Los romanos consideraban bárbaros a todos los pueblos que hablaban una lengua ajena, tenían una civilización más atrasada que la suya y estaban situados fuera de los límites del Imperio.
Así es como los visigodos marcaron el inició de un proceso que desencadenaría el derrumbe del Imperio de Occidente, debilitado ya por las luchas internas y la crisis de orden económico y moral. Entre los pueblos bárbaros pueden diferenciarse tres grandes grupos: los germanos (godos, vándalos, burgundios, lombardos, francos, alemanes, anglos y sajones), los eslavos (moravos, checos, lituanos y moscovitas) y los mongoles (hunos, búlgaros, magiares y turcos). Entre los siglos I al IV, el Imperio sufrió la invasión pacifica de estos pueblos que, con el consentimiento de los príncipes romanos, defendieron las fronteras, formaron parte de las legiones y llegaron a ocupar cargos en la Corte imperial. Cuando el emperador Rómulo Augústulo fue derrocado por Odoacro cayó el Imperio Romano de Occidente en 476.
El cuadro social y político de los germanos era simple: no conocían ni el Estado ni la ciudad, por lo que su organización estaba limitada a la familia, la tribu y el pueblo.
La reunión de familias con un antepasado común formaba la tribu, dirigida por una aristocracia de sangre o de valor, que poseía la mayor parte de las tierras. Por debajo de ésta se encontraba la comunidad de "hombres libres" (varones con capacidad para llevar armas), depositaria de la soberanía popular; en las asambleas aceptaban la decisiones adoptadas por sus dirigentes mediante la aclamación o la reprobaban con el murmullo general. El último escalón social estaba ocupado por los semilibres (antiguos esclavos redimidos) y por los esclavos (prisioneros de guerra o deudores) destinados a tareas domésticas o agropecuarias.
El conjunto de varias tribus formaba el pueblo u hordas, a cuyo frente estaba un rey. Los germanos conocían tanto la realeza de sangre y hereditaria como la monarquía electiva, y en ocasiones coexistieron ambas, ya que para la guerra podían escoger a un jefe distinto, más capacitado militarmente. En torno a estos jefes se formaban clientelas militares integradas por los hijos de los nobles, estableciéndose estrechos lazos de fidelidad mutuos y constituyéndose una especie de guardia personal de los reyes. La horda se reunía en asambleas de "plenilunio" en contadas ocasiones y en ellas se elegía a los reyes, se decidía la paz y la guerra, y se dirimían las diferencias entre las tribus.
Ocasionalmente se establecían confederaciones de diversos pueblos, en torno al más poderoso o en plano de igualdad entre los diferentes integrantes. Estas confederaciones, que tenían una función militar y que se dieron con frecuencia durante el período de las invasiones, eran bastante efímeras ya que se formaban y disolvían con rapidez.
Vida económica y espiritual de los germanos:
La vida económica era muy simple. En términos generales puede decirse que practicaban una agricultura con cultivos muy reducidos (trigo, avena, lino) y una ganadería de ovejas y vacas. Aunque existía la propiedad individual, pastos, bosques, y ganados pertenecían a la comunidad, y en muchas tribus las labores agropecuarias se realizaban colectivamente.
La artesanía era muy común, excepto en la metalurgia (producción de armas de buena calidad), en la orfebrería y, en menor grado, en tejidos y alfarería.
El comercio era inexistente ya que practicaban el trueque natural o el autoabastecimiento familiar, no conocían la moneda.
Con respecto al mundo de los espíritus rendían culta a las fuerzas de la naturaleza, personificadas en fenómenos atmosféricos o ubicadas en lugares sagrados. Ni los hombres entraban a formar parte de su panteón, ni existían templos o santuarios edificados, ni había una casta sacerdotal, el padre de familia o jefe de la tribu ofrecía sacrifios de animales y a veces de personas. Los germanos creían en una vida de ultratumba por lo que se enterraba a los muertos con sus armas,pero ni el paraíso ni el infierno eran eternos sino que todo terminaría cuando llegara el fin del mundo, en que morirían dioses y hombres.
Las Causas de las Invasiones:
Se han citado múltiples explicaciones, entre las que cabe resaltar los cambios climáticos que, al endurecer el hábitat obligaron a emigrar; el hambre de tierras fértiles, más productivas y más fáciles de trabajar; el crecimiento demográfico que impulsó al excedente de población a buscar nuevas zonas de asentamiento; el espíritu aventurero; el afán de botín ya que, a través de las relaciones fronterizas y del transcurso de las invasiones del siglo III, los germánicos habían conocido las riquezas del Imperio Romano, despertándose en ellos el deseo de apropiárselas; la presión de los pueblos nómadas de las estepas asiáticas, empujaron a los bárbaros europeos y los obligaron a penetrar en el Imperio Romano.
Las Invasiones de los Pueblos Bárbaros:
Los hunos eran un pueblo asiático de origen mongol, mucho más feroces que los germanos, se desplazaban y combatían a caballo. Presionados en 350 d.C. por los yuan-yuan, partieron del centro de Asia en dirección al oeste, se adentraron en Rusia y se enfrentaron a los alanos, a los que sometieron. A continuación vencieron a los ostrogodos de Ucrania en 375 d.C. y los obligaron a cruzar el Dniéster. Este movimiento de los ostrogodos originó el de sus vecinos, los visigodos, quienes cruzaron el Danubio en 376 d.C., estableciéndose en tierras del Imperio Romano.
Al principio del siglo V los hunos formaron un imperio que se extendió desde el Cáucaso al Elba, gracias a la rapidez con que sus caballos les permitían desplazarse. Atila tras coronarse rey luego de matar a su hermano ensanchó sus dominios por la zona de los Balcanes. Bizancio compró la paz aumentando el tributo que ya pagaban a los hunos. En 451, Atila cruzó el Rin y asedió a Orleans. Los galoromanos, burgundios, alanos, sajones y armoríacos, conducidos por el general Aecio, le obligaron a levantar el asedio y le vencieron en la batalla de los campos Mauríacos o Cataláunicos, cerca de Troyes, obligándole a retirarse a sus bases de Panonia. Al año siguiente 452, Atila entró con decisión en el norte de Italia y llegó hasta Roma, y consiguió salvarse gracias a la intervención del Papa Leon I y la promesa de un tributo. Poco después murió Atila y el Imperio se deshizo. Los hunos dejaron de ser un peligro para Europa y se replegaron hacia el sur de Rusia.
La invasión visigoda:
Dos años después de la primera invasión que les había obligado a cruzar el Danubio, los visigodos ocuparon la actual Bulgaria y derrotaron a los romanos en Adrianópolis (378). El emperador Teodosio los rechazó y firmó con su rey Atalarico un tratado (382) según el cual los visigodos pasaban a formar parte del ejército romano, recibiendo una cantidad anual como compensación. Alarico (396-410) rompió la alianza con Roma y lanzó su pueblo contra Arcadio, emperador de la mitad oriental del Imperio, quien los estableció en Iliria como federados, desde donde iniciaron la invasión de Italia. En el 410 saquearon Roma. Un grupo de visigodos intentó invadir África, pero fracasada la expedición a causa de una tempestad procuraron asentarse en Hispania. Posteriormente, desde Barcino, marcharon a ocupar la Galia, estableciéndose en la región de Tolosa.
Los suevos, vándalos y alanos en Hispania.
La presión de los hunos obligó a los alanos a dejar su residencia, en el sur de Rusia, y por el Danubio llegaron a territorios de las vándalos asdingos juntos a los cuales habitaban los vándalos silingos. En cosecuencia, penetraron en la Galia (405) aunque luego fueron empujados por los romanos hacia Hispania. Una vez cruzados los Pirineos (409), los alanos se establecieron en Lucitania y la Cartaginense; los vándalos silingos, en la Bética; y los suevos y los asdingos en Galicia. Vándalos y alanos se unieron bajo el mando de Guntarico para luchar contra los suevos, a los cuales defendieron los oficiales romanos que todavía quedaban en el país. Vencedores los vándalos asdingos (442) se adueñaron de Bética y saquearon las Baleares. Un numeroso grupo de guerreros vándalos, junto con grupos suevos y alanos, embarcaron con sus familias en Tarifa (429) y emprendieron la conquista de África romana, lo que daría origen al reino vándalo en África.
Los francos y burgundios en la Galia.
Los francos cruzaron el Rin desde Germania a fines del siglo IV. Antes de terminar el siglo, Roma los declaró federados, como anteriormente había hecho con otros pueblos. No obstante, los francos salios, dirigidos por la familia de los merovingios, continuaron su penetración por el norte de la Galia. Aecio, general de Valentiniano III, les obligó a prestar una nueva promesa de fidelidad al pacto de federación. A comienzos del siglo V, se extendieron hasta el Somme al mando de Clodión. Childerico, su sucesor, estableció la capital en Tournai. Los francos ripuarios del Rin medio, con capitalidad en Colonia, llegaron hasta la Maguncia, repobladores del Mosela y el Main y ocuparon Tréveris (455). Por su lado, los burgundios cruzaron el Rin y, como federados, se establecieron en Saboya.
La invasión anglosajona en Inglaterra.
Como consecuencia de la retirada de las legiones para defender Italia, la islas Británicas quedaron desguarnecidas y fueron atacadas, primero, por pictos y escotos e invadidas, luego, por anglos, yutos y suevos, que se lanzaron a su conquista en una serie de sucesivas oleadas. Los germanos imprimieron su impronta en el país, con mucha mayor intensidad que en el continente europeo, a partir de la segunda mitad del siglo V. Pero la conquista fue dificil: Cornualles no fue conquistada a los bretones hasta el siglo IX, y el país de Gales, hasta el siglo XIII, siendo éste el reducto principal de la resistencia celta.
Reino visigodo de España:
El reino visigodo de Tolosa, que intentaba expansionarse hacia el Mediterráneo, se vió empujado hacia la península ibérica por la presión de los francos.
A partir del último tercio del siglo V, ante la caída del Imperio, el monarca visigodo Eurico, que había conseguido como federado la mayor expansión de las Galias, concibió el proyecto de crear un reino que, a demás del sur de la Galia, incluyera Hispania, por lo que envió tropas para asegurar su conquista.
Después de un período de fuertes revueltas, el país se fue pacificando con la intervención del monarca ostrodogo Teodorico. Los visigodos, en especial, desde Leovigildo fijarán la capital en Toledo, se anexionarán el reino galaico de los suevos y se proclamará emperador, dominaron en Hispania, hasta que se produjo la derrota de Rodrigo, el último rey visigodo, frente a los musulmanes en la batalla reñida a orillas del río Guadalete.
El reino vándalo del norte de África.
En la primera mitad del siglo V, el rey visigodo Walia obligó a los vándalos a abandonar la Península. Estos atravesaron el estrecho (429) en dirección de África, bajo el mando de Genserico, y el establecimiento en Túnez, luego, conquistaron rápidamente las Baleares, Córcega, Cerdeña y Sicilia, haciéndose, gracias a su poderosa flota, dueños del Mediterráeo occidental. La política de segregación practicada contra los nativos, prohibieron cualquier tipo de fusión, y las enconadas persecuciones contra los católicos mantuvieron viva la resistencia. Por eso, cuando su nieto y sucesor Hilderico puso en práctica una política de entendimiento fue destronado por los radicales vándalos y sustituído por el ariano Gelimer. Ésta fue la ocasión esperada por el emperador bizantino Justiniano, que envió el ejército al mando de Belisario, el cual derrotó a Gelimer e incorporó las posesiones del reino vándalo del norte de África a su imperio.
Los ostrogodos en Italia.
Desde 476, Odoacro fue el dueño de Italia. Proporcionó al país unos años de prosperidad que se vió truncada por la invasión de los ostrogodos, quienes, de acuerdo con Zenón, emperador de Oriente, se apoderaron de Italia en 493. El Imperio Bizantino intentó salvar la tradición romana encomendando el gobierno de Italia al rey godo Teodorico (493-526). Éste estableció un reino personal que rigió desde Ravena, sede de la nueva corte. El sueño de Teodorico era crear un gran Imperio germánico, a imagen del romano, federando los pueblos germánicos. Para ello inició un notable despliegue diplomático y concertó alianzas matrimoniales con los francos,burgundios, vándalos y visigodos. Se rodeó de buenos colaboradores y consejeros que ayudaron a prestigiar su reinado, en el cual se produjo un renacimiento cultural y artístico de inspiración clásica.
El dominio ostrogodo fue bien aceptado por la población sometida. Los godos se quedaron un tercio más de la tierra de cultivo y dejaron el resto en manos de los italorromanos, procurando estabilizar así las condiciones de vida. Pero la aristocracia romana y el clero católico esperaban que Bizancio actuara para acabar con la independencia de Teodorico y se produjo una reacción contra el gobierno ostrogodo, después de la cual Teodorico endureció su política respecto de los vencidos. A este clima de enfrentamiento se añadía el arrianismo real. Los manejos del partido probizantino, que era católico, provocaron el ataque de Teodorico al senado y al pontífice Juan I, que murió en la cárcel.
A la muerte de Teodorico, su hija Amalasunta asumió la regencia de Atalarico y empredió una campaña de acercamiento a Constantinopla. Muerto Atalarico (534), Amalsunta encontró sucesor en Teodato, quien la confinó y mandó a asesinarla desde entonces las relaciones entre arrianos y católios se deterioraron. Justiniano encontró en ello el pretexto para emprender la invasión de Italia.
El reino de los francos:
El fundador del reino franco fue Clodoveo ( 481-511). Éste monarca incorporó a su reino los territorios entre el Sena y el Loira, se enfrentó a los Alamanes, que dominaban la parte oriental de la Galia, derrotándolos en Tolbiac (496) y llevó sus fronteras hasta el Rín.
También se apoderó de la Galia Meridional luchando con los visigodos de Tolosa, a cuyo rey Alarico II derrotó en Bailo ((507). Con estas victorias, Clodoveo unificó la Galia. Se convirtió al catolicismo en Reims (496) y reorganizó el reino repartiéndolo entre sus cuatros hijos. Como consecuencia de esta división el país sufrió una serie de guerras civiles que terminaron con la reunificación de Clotario II. A éste le sucedieron los llamados reyes holgazanes que dejaron el gobierno en manos de los mayordomos de palacio, con lo que se produjo un período de profunda inestabilidad y decadencia. La debilidad de los reyes merovingios permitió, a mediados del siglo VIII, la subida al trono franco un mayordomo de palacio que inició la dinastía carolingia creadora del Imperio homónimo.
Los lombardos en Italia:
Es un pueblo germánico del Báltico, se habían establecido junto al río Danubio. Al estar preionado por los aváros, atravesaron los Alpes orientales (586) bajo el mando de Alboino (572), treinta y cinco duques lombardos decidieron repartirse las ciudades de Italia septentrional, formando otros tantos ducados lombardos independientes entr sí. Las sedes ducales más importantes fueron Verona y Pavía que sería capital definitiva de la Italia lombarda.
La heptarquía anglosajona:
Los sajones fueron los que crearon un mayor número de reinos en Gran Bretaña que quedaron constituídos antes de finalizar el siglo V. Desde la primera mitad del siguiente, tres jefes militares crearon sucesivos imperios, poco durareros, de los que salieron los reinos de Wessex, Northumbria y Mercia. Los siete reinos de los anglosajones en Inglaterra fueron los de Kent, Essex, Sussex, East- Anglia, Wessex, Northumbria y Mercia. Junto a ellos existieron también otros reinos que contaron con mucha menos estabilidad.
El reino de Mercia logró imponer su hegemonía sobre todos los demás en el siglo VII y en los siguientes siglos tuvo dos reyes muy importantes: Etelbaldo y Offa. En el siglo VIII el reino de Wessex le sucedió en este papel rector, al incorporar el reino de Sussex en el año 728 y alcanzar un gran explendor a comienzos del siglo IX con el reinado de Egberto (802-829).
A finales del siglo VIII los siete reinos tradicionales de la heptarquía habían quedado reducidos a tres: Northumbria, Mercia y Wessex. El último, que entonces alcazaba su apogeo, dirigía los destinos de Kent, aunque este reino conservaba su independencia nominal.
Las invasiones escandinavas del siglo IV tuvieron graves consecuencias especialmente para los reinos anglos de Northumbria y Mercia.
El reino sajón de Wessex sufrió menos los efectos de estas invasiones y favoreció el proceso de unificación de Inglaterra, pero se hallaba sujeto a la presión que ejercían sobre él los galeses, desde el oeste, y los daneses, desde el norte y el este.
Durante estos tres siglos de predominio anglosajón en Inglaterra, Irlanda continuó siendo celta.
Actividades:
1- ¿Cómo era la organización social de los pueblos germanos antes de la formación de los reinos germánicos?. Indique cuáles eran sus actividades económicas principales y cómo resolvían sus conflictos.
2- ¿Qué objetivos perseguían los germanos al cruzar las fronteras romanas en los primeros tiempos?¿Cómo los recibía el poder imperial?.
3- ¿Cuál era la creencia religiosa de los germanos?.